domingo, 12 de septiembre de 2021

JESÚS PARA EL SIGLO XXI


Muchas veces leemos o vemos las noticias y las redes sociales, y nos apesadumbramos de lo que ocurre en nuestro mundo hoy. Pensamos como creyentes que ya Cristo debe venir y que esto termine para que nos libre del mal que gobierna el mundo y que nos agobia. Tantas malas noticias y un mundo que se aleja de las buenas costumbres, y cada vez es más hostil al Evangelio, nos hace pensar que la Iglesia ha perdido el poder sobre las tinieblas, que ya casi no hay nada que podamos hacer para ser efectivos predicando el evangelio y nos damos por vencido, callamos y simplemente vivimos como cristianos silenciosos y sin impactar a inconversos que nos rodean en nuestra comunidad. ¿Qué haría Jesús ante este panorama social de hoy? ¿ Es cierto que evangelizar en las grandes y modernas ciudades es cada vez más difícil? ¿Porque las ciudades cada vez más grandes, tienen iglesias cada vez menos efectivas, es lo que aparenta verse, o realmente es así? Es un gran reto que grandes teólogos se han planteado sobre la sociedad moderna y el Evangelio. A nosotros nos parece que nuestra sociedad tiene urgencia por borrar todo lo que le recuerde a su Creador y que con más intensidad quieren un mundo donde Dios no “exista”. Vayamos a la Biblia y veamos algunas culturas que vivieron etapas parecidas a lo que vivimos al día de hoy. Desde Génesis hasta la sociedad en la que vivió el apóstol Juan cuando escribió Apocalipsis, vemos destellos de un mundo que quiere alejarse de Dios, vemos hombres como los del tiempo de Noé, viviendo su vida sin ningún temor a Dios , ni moral, cada vez más depravados; también los de la Torre de Babel, quienes trataban de desafiar a Dios, sociedades como las de Egipto, que eran politeístas, veneraban la muerte, o Babilonia y Asiria, sociedades fuertes, guerreras, que no temían a Dios y adoraban cualquier cosa menos al Dios verdadero. El mismo pueblo de Israel se desvió tras los Baales y su sincretismo.También en el mundo en el que vino Cristo, el grecorromano, una sociedad perversa, cuyos reyes eran considerados dioses, pero su maldad era bien conocida por todos sus gobernados. La sociedad judía de aquel entonces, teniendo conocimiento de quién es Dios, y a quien se debe temer y adorar, prefirieron su religiosidad y pecado, a reconocer al Mesías tan esperado y anunciado por los antiguos profetas. Desde siempre, desde que Adán y Eva pecaron, el hombre en el mundo ha estado dándole la espalda a Dios, muertos en sus delitos y pecados, sin importarle el mañana. Trayendo todo esto a nuestro mundo hoy, son más los parecidos del ser humano de todos los tiempos que las diferencias desde siempre. El problema del hombre siempre ha sido el pecado, que nos aparta de Dios, y nos condena a una eternidad sin él. Le hemos dado la espalda a Dios, y valoramos más las cosas creadas que a nuestro Creador. El pecado no es asunto de nuestro mundo actual, es universal y pertinente desde el principio. La solución a este dilema ya Dios lo tenía establecido desde antes de la fundación del mundo: vendría en forma de hombre para pagar por nuestros pecados y darnos libertad en el, a cumplir con lo que no pudimos cumplir y a morir para darnos vida eterna. Entonces, ¿Es nuestra cultura postmoderna más difícil de ser alcanzada por el evangelio?, ¿ O será que la iglesia ha estado perdiendo terreno en un mundo cada vez más secularizado? Realmente la iglesia de hoy tiene grandes retos. Si bien vimos que siempre el hombre en toda sociedad y por causa del pecado vive separado de Dios, también es cierto que estamos viviendo tiempos donde hay una desintegración de la familia tradicional y muchos cambios en la comunicación nos lleva a ser cristianos con las disciplinas espirituales olvidadas, y cada vez menos comprometidos con el evangelio. Entonces, ¿Qué debemos hacer como creyentes en la época que nos ha tocado vivir? Pues, vivir el evangelio, proclamar y promover el evangelio. El pastor Craig Springer en su libro “How to Revive Evangelism” “Como revivir el evangelismo” nos da una idea de cómo el creyente debe evangelizar: “ Cuando compartimos nuestra fe somos siervos, no sabios. Somos los pobres, sosteniendo lo que hemos recibido sólo por la gracia de otro. Concluyo diciendo que aunque vivimos en una sociedad compleja, cambiada, agitada y muy ocupada, la solución a su problema sin Dios siempre debe ser el Evangelio, el mensaje no debe cambiar por la cultura, pero sí el evangelio cambia vidas, y esas vidas impactadas y cambiadas por el evangelio pueden cambiar toda una sociedad; Ha pasado, les llamamos avivamientos o despertares, en diferentes épocas y Dios usando a su pueblo, a sus hijos que tienen pasión por el evangelio, a sus hijos que le dicen sí, úsame a mi! Así le digo yo, y es mi deseo que tú también quieras ser usado por él para llevar su Evangelio, e impactar al mundo.